
Cada idioma cuenta con mecanismos para formar palabras. En las lenguas que comparten un origen, que derivan de un mismo tronco lingüístico, encontramos a menudo mecanismos similares.
En nuestra lengua materna los utilizamos intuitivamente desde un principio. Los niños, por ejemplo, comienzan rápidamente a aplicar estos mecanismos y así ocurre que también en ocasiones “inventan” palabras (Un caso típico es el de conjugar verbos irregulares como si fuesen regulares)
En nuestro camino de aprender una lengua extranjera, vamos desarrollando también una intuición lingüística que nos permite, muchas veces con éxito, formar palabras o familias de palabras.
Sin embargo, los métodos que funcionan bien en un caso pueden no funcionar en otro. Como resultado, a veces, terminamos creando palabras en una interlengua (la mezcla de nuestra lengua materna y del idioma que aprendemos). Estos términos pueden ser:
*una palabra que no existe (neologismo)
*una palabra que existe en la lengua que aprendemos pero significa algo diferente de lo que creemos o de lo que queremos decir.
En cualquiera de estos dos casos terminamos cometiendo un error, ya que la palabra que usamos o bien no existe, o bien tiene un significado muy diverso de lo que creemos y puede complicar/poner en peligro la comunicación.
En las infografías a continuación es posible ver algunos casos muy frecuentes de errores de interlengua de hablantes nativos de alemán que aprenden español.
Puedes hacer ejercicios y actividades sobre este tema accediendo al artículo:



